Desvirtuada la naturaleza del matrimonio en otros países de la región con la aprobación del matrimonio entre homosexuales, las voces comienzan a levantarse más que nunca en el Perú pidiendo que aquí sigamos esa misma moda ‘moderna, tolerante, equitativa’ y aceptemos que la figura del matrimonio surta efecto para las parejas de gays y lesbianas.
Nos exigen que destruyamos el concepto del matrimonio, en tanto es la ‘unión de varón y mujer’ con fines de procreación, para darles gusto. De acuerdo a como pintan las cosas, para demostrar que no somos fundamentalistas, retrógrados, discriminadores e injustos tendríamos que hechar abajo el sentido de uno de los pilares que nos rigen, para hacer lo que a este grupo le conviene. Nada tan ilógico. Será por eso que las encuestas muestran que más del 70% de la población peruana no está de acuerdo con esto.
No es capricho defender la figura del verdadero matrimonio como lo que sigue siendo y será: hombre y mujer que se unen para hacer familia y eso pasa por un objetivo de procreación. Lo que manda la naturaleza es el orígen de todo esto y las normas sociales han delimitado así a esta unión que genera la célula básica de la sociedad: la familia.
Pero esto no es todo, los abanderados de la ‘diversidad’ (pues defienden no sé cuántas combinaciones de uniones homosexuales) también exigen que permitamos que las parejas homosexuales puedan adoptar. Y aquí nos preguntamos ¿no es que la adopción busca en primer término el bienestar y normal desarrollo del niño en un hogar bien conformado? Entonces: ¿qué estaríamos haciendo colocando a un pequeño o pequeña en medio de una relación de pareja en la que no habría modelos femeninos o masculinos adecuados?
¿Tenemos derecho a decidir que aquél niño o niña deba enfrentarse a esta situación? Algunos señalan que estas parejas les pueden dar mucho amor, no lo dudo, pero si los quieren tanto tendrían que ponerse a pensar en que estos chiquitines tienen derecho a un desarrollo sicológico, afectivo y biológico natural siendo parte de una familia en la que sus padres los aborden no solo con cariño sino con las características que cada sexo aporta: la madre le dará más ternura, el padre autoridad, etc. Además, el niño también encuentra en las parejas varón-mujer- aquél referente necesario para que pueda indentificarse.
Y que tampoco pinten a las relaciones homosexuales como las más ejemplares en términos de amor y fidelidad, nos cuentan el cuento como que en esos casos hay más amor que en los matrimonios que conocemos, que los heterosexuales nos divorciamos y rompemos el lazo familiar, que ellos pueden dar más cariño, etc… argumentos que nos son válidos y que quedan desestimados cuando vemos que las parejas homosexuales también se divorcian, se pelean a muerte, se odian, etc. como cualquiera pues son seres humanos.
Es más, hace poco se dio el caso de una pareja de lesbianas norteamericanas casadas que decidieron tener un hijo ayudándose del proceso de inseminación artificial. Una de las mujeres dio a luz una niña y la criaban como pareja, pero llegó el día que la que engendró decidió cambiar de vida y volver a ser heterosexual(converita al cristianismo), al parecer no solo por ella sino por el futuro de su hija que estaba siendo criada en un ambiente que no era propicio para su normal desarrollo.
La mujer abandonó a su esposa-esposo y se fue con la niña. Pasó el tiempo y la mujer abandonada que no asistió a la escuela de la niña a visitarla o a compartir con ella actividades importantes en su vida escolar, decidió arrebatarle la custodia a la madre biológica y lo logró. Tal como la madre biológica de la pequeña ha manisfestado, su hija ‘Isabelle’ resulta ser un peón en este macabro juego en el que se aducen derecho parentales pero no se resguarda la integridad sicológica y emocional de un ser que no tiene nada que ver con las opciones sexuales de sus padres. (Ver http://www.esposiblelaesperanza.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1603:las-consecuencias-imprevistas-de-las-uniones-de-lesbianas&catid=165:13-cultura-pro-gay-y-matrimonio-familia&Itemid=31).
Reflexionemos, en conclusión, sobre qué está en juego al hablar de la adopción y cuáles son los valores y principios que debemos tener en cuenta en el momento de buscar el bien del niño o niña. Nosotros no podemos jugar con la vida de nadie so pretexto que tenemos ‘derecho a’, pues nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás. No se trata de satisfacer nuestras expectativas, sino de hacer el bien a un ser inocente.
Cualquier persona que pretenda adoptar a un niño tendrá que someterse a un exaustivo