Al ser testigos del éxito logrado por Hugo Chávez y sus seguidores, tras la primera aprobación en la Asamblea Nacional del proyecto de enmienda del artículo 230 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que le permitiría la reelección ilimitada, nos preguntamos ¿hasta dónde podrá arrastrarlo la ambición por el poder y, con él, a su pueblo?
Si bien es cierto en enero próximo tendría que confirmarse esta aprobación, para luego pasar a una consulta popular, Chávez se muestra muy seguro y esperanzado en que esta vez sí conseguirá atornillarse al poder. Este sentir quedó demostrado cuando hace poco, durante la ceremonia de juramentación del alcalde del municipio Libertador Caracas, el presidente venezolano dijo:
«Yo les doy mi autorización al Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV, al pueblo venezolano, para que inicien el debate y las acciones para lograr la enmienda constitucional y la reelección del Presidente de la República, y estoy seguro que ahora sí lo vamos a lograr…Si Dios quiere y me da salud, estoy listo para estar con ustedes hasta el 2019, hasta el 2021. Lo que Dios diga y lo que el pueblo mande…. Vamos a demostrar quién manda en Venezuela, ¡uh, ah, Chávez no se va! »
Escuchamos estas palabras y nos preguntamos ¿dónde quedó la propuesta de transformación de su país, denominada “una revolución democrática”?. En ese documento Chávez y sus asesores se lamentaban que Venezuela hubiera sido víctima, por muchos años, de un sistema democrático que “nació con el rumbo torcido y con la semilla de su propia degeneración en las entrañas”.
Parece que Chávez no aprendió nada, pues lo que está haciendo hoy en su país no se parece a un cambio por la democracia. Diríamos que está repitiendo del mismo plato del que antes se asqueó. El sentirse el único venezolano capaz de liderar “esa revolución democrática” lo ha convertido en un dictador que no sigue la receta que se hornea para lograr una democracia participativa y justa.
Esa ambición por el poder está engendrando el descontento entre sus compatriotas –a los que no toma en cuenta- y que tarde o temprano se rebelarán contra él. Porque “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.
¿Qué pensaría su maestro don Simón Bolivar si pudiera ser testigo de lo que hace un discípulo tan poco fiel a lo que el libertador pensaba?
«La continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la garantía de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande perpetuamente…»
Simón Bolívar
Discurso en el Congreso de Angostura (1819)
No sé a qué le llama Chávez «democracia». ¿Qué tipo de democracia es la que le permite intrigar contra otros países, que le prohibe a la prensa desenvolverse libremente, que obliga o presiona a los funcionarios a bailar la canción que él quiera, que impide a los ciudadanos buscar concretar grupos de oposición y llegar a ganar en las urnas, qué democracia es la que deslegitima los derechos de los ciudadanos a ser libres y hacer lo que ellos consideren mejor, etc.?
Chávez está tan envenenado con la imagen de Fidel y no hace otra cosa que embolsicarse el dinero de los venezolanos para así asegurarse «buenos amigos» que le garanticen hacer lo que él quiera, como por ejemplo: llamarle democracia -y que digan creerle- que eso que está haciendo con Venezuela es «democrático».
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